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miércoles, 22 de junio de 2011

El eterno invierno de su interior

Tengo una historia para ti:


Por J.M. , 3 diciembre de 2010.


-Hastiado del aire gris, del tráfico congelado, de sonrisas y semblantes forzados.

-Harto de la mentira, del desapego y lo ordinario.

-Harto de la falta de miras, inteligencia y saber hacer (y pensar), harto de la doctrina.

-Harto del polvo estático, de una casa llena de ruido ininteligible, de vida cotidiana y absurda.

-Atontado de tanta pantomima, de hobbies infumables, adormederas de los tontunos/as.

-Harto de las tradiciones que todos siguen y ninguno cuestiona, ¿para qué pensar en un por qué con lo bien que se vive siendo uno más? así te camuflas con la masa y no pereces.

-Harto de intentar ser perfecto cuando no existe la perfección (aunque si la perversión), al carajo los prototipos...siempre terminan en el desguace.

-Harto de lo sublime y excelente, tiene fecha de caducidad y los que hacen de ello su vida no saben que ya están acabados.

-Asqueado de las relaciones al uso, pérdida de tiempo de los ilusos.

-Asco en la vida, asco de la caja donde le han metido, ¡ay como me entere de quién ha sido!

-Desesperado y ofuscado por tener que escribir y pensar en todo lo que no llena que no es ni más ni menos que todo lo que rebosa el vaso de su consciencia.

Un día, plantado, decidirá retraerse cerrando los ojos, viajando a su interior, cruzando desiertos helados y pasadizos cerrados. No irá solo, le acompañarán los ecos del pasado. Éstos no tardarán en cansarse, abandonándolo en el camino. Se sentirá aliviado, sin peso instigador ya no anhelará cualquier estado.

La oscuridad se vuelve cálida por que se sabe prístino. Ya no existen las palabras ni las ideas ni los deseos, quizás si hay que mirar hacia otro lado mejor sea hacia el frente pues cualquier cosa que quede atrás ya no resultará convincente (o coherente).

Podrá pensar solamente en su respiración y en su movimiento, en como cambia el entorno en el silencio. Podrá pensar con claridad despojado de su cuerpo humano porque habrá encontrado la perfección, ya no será un desheredado.

Allá se sentará y observará el horizonte. Por primera vez siente que nada falta, todo está donde debe de estar. No hay ni un solo detalle que estropee el paisaje. Algo sentirá en su pecho, algo más grande que la felicidad, el sentimiento de pertenecer un gran mosaico y de ser la pieza clave para completarlo.

Porque allí, en ese lienzo cuarteado, es el ser que quiere ser y no el que quieren que sea.

FIN
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A veces, en la noche oscura y silenciosa, resuenan ecos del Tapiz de la Dama, que llaman desesperadamente como cantos de sirena reclamando el regreso de su dueña.

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