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lunes, 25 de junio de 2012

Déjame llorar

Henry Purcell (1659-95) The Fairy Queen


Oh, oh déjame llorar
Oh, ¡déjame llorar para siempre!
mis ojos ya nunca darán la bienvenida al sueño
Me esconderé de la luz del día y suspiraré
hasta que se escape el alma.
Él se ha ido, siento su pérdida
Y nunca lo volveré a ver.
¡Oh déjame llorar! ¡Por siempre llorar!


martes, 12 de junio de 2012

La tumba de Keats

La tumba de Keats, Juan Carlos Mestre


No me arrepiento de nada ni de nadie, la vida es un monólogo
entre la índole extinguida de una estrella y la natural semilla.
Mi alma crece silenciosa hacia un lugar incierto,
allí las fieras luctuosas, allí el sicario gótico y el infortunio ciego.
Brota el arco iris de los cálices que sostuvo Homero,
le brota su cuerno al fauno, el eco al precipicio, su luz al cielo.
Ésta es la frontera de mi vida, ésta la hora izquierda
exacta en el destino del corazón de un prófugo.
Yo iré donde tú vayas vida esquiva, en tempestad, de noche,
junto al fugitivo cazador de las lagunas, con el presidiario absuelto,
yo cruzaré los médanos con lumbre, yo abrasaré los remolinos ciegos.

He sido parcial con los vencidos, seguiré siendo parcial ante los muertos.
Recuerdo de mi infancia tres peligros,
recuerdo el mal, los ojos sin pretexto del maldito,
recuerdo el aire que había en las palabras,
recuerdo un sueño, su prodigio, recuerdo el asno blanco del lechero.
He vagado por ahí, irrevocable, alegre, desmedido,
he ofendido con voluntad a los jerarcas
y al atónito perpetuo en su torre de herrumbre.

Salgo de un lugar y voy a otro, me inspiran compasión las jaulas.
No soy distinto al péndulo en la cueva ni al nadador vendado,
mi mayor habilidad es la pereza de encontrarme con otros a menudo.
De lo mismo qeu me acusan yo me acuso, jamás mis amuletos me abandonan.

Siento ante la noche una curiosidad equívoca,
tengo ante lo súbito un poder magnético.
Hay un pretérito espectro que no olvido, hay un rumor lejano del infierno,
hay un enigma hebreo junto al mito.
Mi cuadrilla es inhábil para todo, nada sabe.
Tengo un secreto según la estación del año,
un invariable encargo desde el primer aliento.
Me contradigo siempre, la certeza es la sombra de un delito.
De vez en cuando me asocio con proscritos,
encuentro a mi amigo en la revuelta, me hospedo en un lugar impenetrable.

Sé que existe en la belleza el bosque iluminado y la mujer mágica.
He oído la música del próspero océano y la ligera lluvia sobre el tambor de ébano,
he oído el tímpano y el arpa en las catedrales fúnebres,
la esquila del leproso y la irrevocable campana del jurista.
No he aprendido a sufrir, toda severidad es inhumana.

Yo era, yo fui lo que las manos de un padre ante la generación exhausta,
el encomendado a la mudez, el imprudente ileso.

Cada visión del hombre es una idea nueva que visita el mundo,
el silbato con que un cartero festeja la imitación de Dios.
La imaginación es una vivienda donde los herejes hacen ruido con el Apocalipsis,
la imaginación es insalubre para las lápidas y el asiento de los agónicos,
la imaginación hizo resucitar a Jesús al tercer día,
la imaginación es un túnel de tierra de colores ante los ojos del topo,
yo he visto el mundo real de la imaginación sobre la memoria de los errores,
yo he visto al turbulento y a su ferviente amiga salvados por la imaginación,
porque el cínico no ha ido al infierno gracias a la imaginación
y el infame no ha entrado en el deshonor de su propia verdad gracias a la imaginación.

Yo me revelo contigo en la imaginación como el silencio en una amante inédita,
la conjetura indaga su resoplido entre la ruina, el árbol aborrece los valles,
ningún cautiverio dura eternamente en la brevedad de los labios de Horacio,
ninguna ciencia de rabinos descubrirá la amistad entre la poesía y el cielo,
los nómadas no tiene campamento sino en la periferia donde algo amenaza,
Dante no tuvo campamento en los infalibles círculos,
yo tengo un aposento bajo el sombrero de paja y una estera de marfil en el asilo de las nubes.

Mi nombre no dice nada a quienes me rodean, voluntariamente combato sus síntomas.
Concibo la memoria como el oficio de devolver a las aldeas su soberanía.
Algunas veces la juventud es una pasión enferma que ha huido del séquito,
su vanidad decora el orgullo como las sombras una caverna.

Todo lo inverosímil representa una verdad para alguien,
el unicornio es inverosímil, el ángel es inverosímil, la raya del horizonte es inverosímil.
(...)


"Here Lies One Whose Name Was Writ in Water" (1795-1821)




viernes, 1 de junio de 2012

Zefiro torna

Según la mitología griega, el nacimiento de Venus fue muy violento: Cronos se enfrentó con su padre Urano, el dios de los cielos, y lo venció. Mutiló a su padre cortándole los testículos y lanzándolos al mar. De las olas nació la bella Venus.  Botticelli no pintó el nacimiento sino la continuación del mito cuando la diosa Venus se acerca a la isla de Citera impulsada por Céfiro, el viento del oeste dulcemente abrazado a la Aurora. En tierra la espera la Primavera, preparada para cubrirla con un manto bordado de flores.

 Botticelli diseñó el paisaje que rodea a la protagonista, única y exclusivamente para destacar su belleza. Pintó un entorno lírico y poético en el que la hierba es como una alfombra de terciopelo, las olas del mar parecen delicadas escamas y las hojas de los árboles tienen filigranas doradas. Durante el Renacimiento italiano, que empezó en el siglo XV, los artístas consideraban que la Edad Media era una etapa negra que había que olvidar. Por eso,  los renacentistas quisiero recuperar la esplendorosa edad griega y romana. Botticelli fue el primero en pintar un cuadro mitológico y también fue el primero, en mil años de sequía, en pintar una mujer desnuda que no fuera Eva.

 Venus tiene la piel de un blanco resplandeciente que imita el mármol de una estatua y se inspira en una escultura griega (la Venus capitolina) que muestra el mismo gesto púdico para esconder su desnudez. Botticelli crea este cuerpo fascinante según el canon de belleza y armonía ideal de los antiguos. Se pensaba entonces, como ahora, que la belleza se podía traducir en centímetros: no eran los simples 90-60-90 actuales sino que provenían de cálculos tan complicados como que hubiese la misma distancia entre los senos, entre el pecho y el ombligo; y el ombligo y el púbis. El resultado es esta Venus eternamente actractiva pero, a fin de cuentas, es un astuto engaño...¿por qué?

 Porque si nos quitamos la venda de los ojos y la miramos de verdad veremos que según las leyes de la proporción es un auténtico timo: tiene el cuello demasiado largo, los hombros caidos y la manera como le cuelga el brazo izquierdo es un poco extraña.

 Los renacentistas estudiaron a los romanos y los griegos porque los querían imitar. Se decía que los antiguos les gustaba que hubiese cierto movimiento como que los vestidos se movieran ligeramente. Boticelli lo tomó tan al pie de la letra que, con la excusa del viento Céfiro, en el cuadro todo se agita: las olas del mar, las ramas de los árboles, las rosas que caen, el cabello se ajusta a la recomendación de que debía pintarse como llamas ardiendo o enroscado como lo haría una serpiente. Y los pliegues de los vestidos son los famosos pliegues flotantes de Boticelli que no tienen nada que ver con la realidad.

 Boticelli también era famoso por cargar sus cuadros de simbolismos pero no dejó nada escrito para que entendiéramos su significado: Por ello, la Aurora anuncia el nacimiento del día de la misma manera que el nacimiento de la diosa podría simbolizar el alba de la vida. Las rosas, que según la mitología, nacieron cuando Venus pisó tierra firme, evocan el amor que es alegría aunque también tienen espinas que remiten al dolor. La concha sobre la cual llega Venus simboliza la fertilidad y el placer de los sentidos. Su forma recuerda el sexo femenino.

 Boticelli además de pintar el primer cuadro mitológico y el primer desnudo del renacimiento consiguió una cosa muy importante: que aquel cuadro laico despertase una emoció parecida a la que hasta entonces parecía sólo reservada a los cuadros de temas religiosos.

 Ay, cómo me gusta la pintura renacentista y la música, of course. Para ilustrar estas explicaciones, quiero incluir un madrigal atribuido a Claudio Monteverdi que habla sobre el viento Céfiro:

Zéfiro vuelve y con sus suaves acentos hace el aire grato.
Sus pies agitan las olas y murmurando tras las verdes fondas
 hace danzar un bello sonido sobre prados y flores.


 Con guirnaldas en los cabellos, Filis y Cloris
cantan dulces notas de amor, y de los montes a los profundos valles
 las cavernas redoblas su armonía.


 Surge más bella en el cielo la aurora, y el sol
esparce mas luces de oro; plata más pura
adorna el manto cerúleo de Tetis.


 Sólo yo, en selvas abandonadas y desiertas,
por el ardor de dos bellos ojos y mi tormento,
como lo quiere mi fortuna, ahora lloro y ahora canto.


 FIN